jueves, agosto 26, 2010

Derecho Racional a Quejarse

El eterno debate retórico al que se sumergen los seres humanos de una sociedad no lleva a ninguna parte. Y no sólo pasa en los engranajes principales del sistema (comercio, política, religión urbana), ese mal gusto por convencer a través de tantas palabras también se ha venido dando desde las fuerzas alternativas que reclaman otro destino configurado por ellos. La política revanchista del Socialismo, el convencimiento racional del Anarquismo, y todos los movimientos específicos ciudadanos han caído en el verdadero enemigo actual de la vida: Los buenos adoptando el lenguaje de los malos. Los “nuevos” adoptando la retórica racional de los oficiales, los antiguos, los hacendados.
Quizás todos lo hagan para comprobar superioridades ontológicas sobre los demás y sea sólo un juego de comprobaciones individuales, quizás lo hagan para vengarse de una sociedad que nunca pidió que alguien llegara a poblar su territorio. Para ellos, aunque el hombre con mayor poder nunca lo reconozca públicamente, un individuo se ha vuelto un problema desde que nace: hay que educarlo, hay que emplearlo, hay que ofrecerle un territorio para que viva y desarrolle su privacidad, etc. Hay un individuo abstracto que no quiere que estemos, y por eso nos invita a luchar y a caer en su juego, con sus reglas, con su economía, con sus costumbres y sus practicantes de costumbres.
Hasta la iglesia ha terminado adoptando el lenguaje racional en su doctrina, convenciendo a la comunidad, bajo un lenguaje calculado pero utilizando el desconocimiento del futuro como medio para imponer miedo y credibilidad, de que hay que rendirle honores a Dios y a Jesús, para prolongar la vida que estamos llevando ¿Esta vida que estamos llevando?
Todo lo que nos demoramos en expresar una idea para alcanzar un tono o una victoria retórica, toda la habladuría convenciendo a nuestros niños que discutiendo es la única manera de sobrevivir entre nosotros, es el peso que nos hemos impuesto para seguir estando vivos. Hasta yo mismo me avergüenzo de mantener este tono para comunicarme con ustedes, pero esta vergüenza general no merece ningún momento más, porque se ha pasado la vida discutiendo y las cabezas de los hombres mayores en su mayoría se han vuelto calvas. Quizás nuestra esperanza de vida sea un poco menos y nuestra evolución nunca tuvo que pasar por la edad de la calvicie. ¿Qué es lo que estamos posponiendo con nuestra longevidad? ¡Escapen de la trampa retórica a la que estamos sometidos y nos consume la vida! Esa esperanza de vida y de supervivencia debe aparecer de lo que podamos encontrar en la tierra de todos, no en los supermercados organizados que nos imponen una dieta y sus productos. ¡Que se acaben los mantenimientos generacionales en pos del conocimiento de nuestra descendencia y por ver (al parecer todo pasa por ver acá) como ellos se la llevan resolviendo el mundo. La organización de la familia se nos ha vuelto un peso demasiado grande para poder seguir manteniendo. Si la eternidad de nuestras relaciones están en otra parte, éste es el momento de liberarnos de nuestra manera tan predecible y rutinaria de vivir la vida. Por su sanidad mental, haga aparecer su locura, para poder conocer la sanidad después. Ahora es el tiempo de la locura, ni siquiera por nuestra orgullosa porcelana llamada Historia. Hay demasiados individuos que la historia nos dice que debemos recordar. No hay tiempo para memorizarse todos los logros del pasado. Dios tendrá a nuestros familiares y a nuestros amores cerca, tendrá registrada toda nuestra egocéntrica historia humana, y tendremos un sistema el cual ninguno de nosotros tendrá que hacerse cargo, a diferencia que lo que hay en este momento que comparto con ustedes. Ni siquiera se trata de salir de uno mismo y de tocar la cosa-en-si de la realidad. Se trata de acabar con la peste del raciocinio, se trata de renunciar a su trampa.
(25/8)

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