martes, marzo 22, 2011

Podando las Enredaderas

A menudo una idea de centro que nos identifique se va volviendo una duda que mientras no se le da un tratamiento, seguirá creciendo al alero de nuestras vidas, como una enredadera en nuestras cabezas. Mirando la vida tal como es, nos damos cuenta que al corto plazo (y obviamente a plazos más profundos también) podemos modificar la estructura de lo que nos rodea: estamos obligados a hacerlo, a elegir, a darle autoría a esa energía, a ese movimiento, esa entropía que tanto la hemos querido imaginar fuera de nosotros para entenderla, siendo que sin nuestra presencia sabemos que no será el fin de la energía: existen otras capas inubicables de desarrollo y conciencia.
En nuestra dimensión “del silencio”, el aquí y ahora, donde nos imaginamos un fin para así decirnos que hay que vivir “intensamente y en cada momento”, donde comenzamos con una inocente pregunta mental y muchos la responden con una respuesta de un formato diferente. Ese centro, búsqueda noble de tantos filósofos, teólogos, meditadores, y hombres comunes volcados a la iluminación, ha sido identificado con una respuesta que difiere de las condiciones (o el formato) con que esa inquietud partió en un principio. Preguntas como “¿Quién es Dios?”, “¿Dónde está?”, “¿Ese centro es Dios?”, “¿Esta vida conocida y repetitiva volverá a ser éticamente bella y disfrutable con… Dios?” han sido habituales en el imaginario de las personas de esta y otras generaciones, que las han transmitido. El sujeto que haya ideado respuestas para ese factor común que nos iguale, tendrá la adoración de sus pares o su rechazo por parte de las instituciones oficiales a cargo de esa verdad, y así han sido las maneras dominantes para poder “despertar”.
Volviendo a la duda como enredadera en la cabeza, intentaré no dar a expresar otra respuesta satisfactoria de centro, porque la respuesta que hemos estado buscando hace tanto tiempo, la hemos llenado con satisfacciones diferentes, y eso ha evadido a la pregunta inicial.
Se suele creer que está más cerca del centro las emociones que la mentalidad (Osho), y que un factor aún más profundo será nuestro despertar definitivo de la iluminación. Esta hipótesis cobra efectividad porque nos es mucho más fácil pensar que emocionarnos; de hecho creemos que si nosotros no incentivamos nuestra propia emocionalidad, podríamos proyectar indiferencia y frialdad hacia esta vida, siendo mal mirado por las instituciones del bienestar permanentes y por nuestros familiares que encarnan tales principios. Cuando nos ponemos la obligación ética de ir y disfrutar una flor que sabes que está allá afuera en la calle y a la vez todos los días es predisponerse a tener que disfrutar todo lo que nos rodea (obligado por el sentido de final, de muerte), cuando manipulamos nuestra sensibilidad como una vitrina para demostrarle al mundo que disfrutas tu presente, acabarás cansándote de “tener que ir a disfrutar esa flor que está afuera de tu casa todos los días”, porque has elaborado una fórmula mental para tus emociones y sentimientos. Deja de asombrarte por todo, a ver qué es lo que pasa. Podemos identificar que esto también es una orden de conducta, pero sólo es para evidenciar la dualidad del asunto.
Pero quiero escribir sobre Dios: esa presencia que si incluso nunca estuvo allí, podremos darnos la responsabilidad de tener que ser nosotros mismos los Dioses. Puede que la creación de presencias metafísicas (Dios, Jesús, Jehová, Jahvé, Espíritu Santo, Virgen María, Padre Pío, San Expedito, etc.) sea una consecuencia de que nos encontramos solos en algún momento del día. Considero que llamar a una presencia que no podemos llamar cuando estamos con gente a nuestro alrededor es una actitud bastante interesada, porque somos nosotros los que llamamos a nuestras presencias metafísicas para que nos sanen, nos regaloneen, nos amen “como nadie te podrá amar en el mundo”. Luego de que ellos hayan cumplido su obligación de escucharte, sanarte, podrás volver a la vida del silencio, pero con la ventaja de que no todos allá afuera han conseguido detenerse en el amor verdadero del ser superior. Cuando me dicen que Jesús es El camino inevitablemente debo pintar en mis meditaciones un cartel con su cara para ver si el contacto divino se hace más fluido. Es extraño que le digan a uno que puede/debe buscar a una presencia, y más extraño cuando debe haber un mediador humano del pasado que nos conecte con el centro-padre tan anhelado. Ser un hijo espiritual es creer que siempre serás un niño, independiente de tu rol familiar allá afuera, lo cual debe dar cierta satisfacción, como cuando éramos niños.
También están los deseos de paz que divulga la maestra contemporánea Isha, donde prescinde del encontrarse con ese centro y valora el silencio de la mente, creando un lugar de relajación con los ideales del “amor”, teniendo que pronunciar palabras específicas (puede que esto sea una vuelta al rezo)  para agradecer (agradecer obligadamente ¿Porqué en algún momento se hace tan indispensable agradecer? ¿Para no ser descortés cósmicamente?) y volver nuevamente a la misma vida, pero con relajación limitada que te permitirá hacer acciones por este día. En este sentido, esta búsqueda es menos ambiciosa que las soluciones espirituales del pasado, pero es en esta escepticidad donde intenta elaborar un método, un procedimiento.
Todos estos intentos son para llenar, en un primer momento, nuestra introspección, el vacío infinito de nosotros mismos, y luego para responder las preguntas que alguna vez nos han obligado a responder. No sé donde está Dios (tampoco sé si está en todas partes) y no sé si este escrito mejore o empeore mis trámites para entrar a su reino, pero lo que sé que ha sido inevitable, es la pregunta por su búsqueda, la cual reconozco que se ha apoderado de mi cabeza, como una enredadera. Lo interesante es que si la vida fuera una prueba de perfeccionamiento personal, una interpretación siempre será bien recibida. Porque con esto podremos cortar un poco esas ramas que nos nublan la vista, ¡hasta que necesitemos de una nueva podada! Hoy me desentiendo de querer encontrar la raíz de tales plantas y juego a palpar la infinitud de todos los bandos, sea soñando, despierto, meditando, orando.

No hay comentarios.: