La incondicionalidad de tu mandato tiene un límite
Tu obligación a hacerme trabajar me hace acabarte
Te veo para las penas
en la misma esquina
haciéndome gritar,
si no logras hacerme callar.
Cuchillos más helados que los otros días; claro que me he expuesto.
La locura no merece que se le moleste de esa manera; no te ha hecho nada.

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