El alumno recita la tarea en voz alta. Se levanta de su puesto y sostiene sus
manos a la altura de su espalda. Sabe que sus compañeros son iguales y
distintos a él –unos de ellos no le tienen simpatía, otros lo suelen escuchar
sin atención, otros, miran compañeros mientras lee- al parecer, la clase en un
futuro deberá incluir sus modestas intervenciones dentro de las planificaciones
del profesor. Les presento al alumno que finalmente ha cumplido con las
instrucciones designadas.
El alumno habla porque le han enseñado sus mayores,
y no se incomoda de exponer su influencia dentro de una generación compleja y
resentida, como en la que se encuentra. Sus compañeros no entienden porqué se
está martirizando con aquella tarea. Ya es suficiente oír el lenguaje monofónico
y predecible de sus adultos para tener además que escuchar a uno de los suyos,
hablando de esa manera. El alumno, cumple con las tareas y además las recita
tal como se lo han pedido: claro, conciso, esencial, original.
Los profesores no lo evaluarán mal si a veces repite muchas veces ciertas palabras en su redacción: Diamantes, espejo, santo, piedras, arañas, rosas blancas, máscaras, lamer, espejismos, asesino de madres, hogueras, alas, mármol. Lo importante es que el alumno cumple con sus obligaciones y eso hoy suele ser destacable en el progreso de un curso.
Lo que ha dicho lo podría haber dicho cualquiera. Las tareas que dan los maestros son para que todos alcancen los mismos resultados. Pero justamente porque nadie hace la tarea actualmente, este alumno se hace cargo de la dignidad moral de sus compañeros, tal cuidador de rebaños, al cual pertenece temporalmente pero que algún día lo verán desde el lugar de los maestros, entregando tareas, poniendo notas, enseñando a motivar, logrando lo esencial, para que las horas de clase pasen rápido y todos nos podamos ir a nuestras casas, a descansar del cansancio inflingido. El Ser ha sido exigido desde hace mucho tiempo. Fue necesario gritar y callarse en cantidades justas para que nadie en la sala se sintiese aburrido. La finalidad de la enseñanza es atraer enseñadores.
Para los que partan de la base que un poema debe
plasmar desconocimientos personales o colectivos, percibirán en la poesía de
Jodorowsky una escolar seguridad filosófica en sus escritos, dando la sensación
de que el autor no arriesga intimidades para compartirlas al público, y que
sólo se limita a exponer matemáticas fórmulas metafóricas heredadas de la rama
teórica de la especulación espiritual, asimilándose constantemente unos poemas
de otros. La intención de querer convencernos de que es un ser preocupado de la
resurrección interior es constante. Luego de este libro, ya no se debería
hablar de lo que no se ha solido hablar nunca.
He aquí un poema que sintetiza la mayor parte de los
intereses de este libro, donde se pavimenta el paso que debería venir, luego de
la influctuante búsqueda de la iluminación interior, valorando la oscuridad
como experiencia de ausencia existencial.
Sutra
de la santa sombra
Este cuerpo no es un mar de sombras donde
naufraga la conciencia,
no es un estallido arcaico aspirando a ser el
sol del centro,
no es un espejismo lujurioso engendrado por la
sed de ser,
no es un cadáver dando tumbos a través de los
siglos,
no es una red de plomo persiguiendo a una virgen
ausente,
no es una forma sin sentido esculpida por los
innumerables ecos,
no es un árbol del que mil pájaros ciegos
declaran ser el rey.
Este cuerpo es la metamorfosis de un gusano de
piedra,
generoso como la sangre que mana del pezón
materno,
alegre como el rayo que fulgura y luego se
desvanece,
es mucho más que su propia percepción.
Bestia ilimitada, águila invisible,
ángel asesino, león que se calcina,
como la tierra no admite propietario,
como el viento es un éxodo eterno,
como el fuego revela la ilusión del alma,
como el agua permite a la sombra encontrar una
fugaz unidad.
Si enseñas filosofías perversas en medio de un
río,
si con un sombrero blanco te privas de las
libertades,
si sumerges la pureza en el lupanar del
cementerio,
si con falsa aureola provocas la discordia,
si traicionas al primer ángel que ves en la
mañana,
si desarrollas una piedad mortal hacia los seres
vivientes,
si castras a los Budas que intentan invadir la
California,
si expulsas de los templos a los mercaderes y a
los santos,
si continúas incesante negando para siempre el
término,
puedes con sus dientes comenzar a devorar el
mundo.
Porque esa fluvial impermanencia es la fiel
presencia del cuerpo:
sus dichosos sufrimientos que dan substancia a las formas,
sus dichosos sufrimientos que dan substancia a las formas,
su vacuidad, pozo sin fondo que absorbe la suma
del sueño,
su impersonalidad que lo hace nodriza de los Yo
particulares,
su vejez que es carruaje del Conocimiento, sus
enfermedades
que son vestales de esa vida que rechaza toda
exactitud.
La impermanencia de la única musa digna de ser
escuchada.
El sufrimiento es la gata sensual que los
querubes no reservan.
El vacío es el corazón de azúcar que late en
cada forma.
La inexistencia del Yo permite la exaltación del
egoísmo.
Y la cesación de la Conciencia permite la
felicidad del mundo.
La mente en todo momento es el canto de un cisne
que agoniza.
Los fenómenos sin existencia son el cruel aroma
de la vacuidad.
Entre un sol y una luciérnaga prefiere siempre
el insecto luminoso.
Un charco del tamaño de tu pie es más honorable
que un lago.
Deberás marchar por los senderos de la
histriónica apariencia
buscando los actos promiscuos, hermanos de la
aurora y la penumbra.
Dejarás de ser el diamante que impone sus
monótonas facetas
al prodigioso hervidero de las sombras.
Sin temor al fango y a la madre, crearás lazos
que dentro del sueño semejarán eternos.
Para llegar a aquello que no está prisionero del
ser
acabarás de un tajo con los simulacros de la
paz.
Rogarás para que todos los jueces te condenen,
para que tu espíritu se desprenda de los méritos,
para que en tu alma cual pájaros huérfanos
aniden los dolores.
Sólo engañándolos podrás comunicar con los
dioses que has creado.
Negándote para siempre a despertar exaltarás el
incesante flujo
del Sueño.
El Sueño es la disolución de la unidad en un
caos donde las apariencias particulares se afirman.
El Sueño es un fracaso bendito que sin jamás
trascender fulgura en el fondo de lo irreal.
El Sueño de un incesante encuentro donde los
sentidos y sus objetos se amalgaman.
El Sueño es una sagrada indecisión, porque
ajenas a la voluntad sus acciones son padecidas.
El Sueño es impaciencia que se opone al deseo de
los seres que se piensan extraordinarios.
El Sueño es la inundación fértil de un corazón
terco y controlado.
Negándote para siempre a despertar exaltarás el
incesante flujo
del Placer.
El Placer de nunca depositar tu confianza en los
caprichos de
un Maestro.
El Placer de elevar la percepción sensorial a
más altura que la fe.
El Placer de hacerte el sordo cuando amenazan
transmitirte conocimientos profundos.
El Placer de entregarte a la siesta en lugar de
recorrer los ilusorios caminos del despertar.
El Placer de aplaudir a los que violan los
preceptos e invitar a la fiesta mil demonios oprimidos.
El Placer de investigar los caminos de la carne
despojándola de la tiranía del espíritu.
El Placer de abandonar la soledad para ir en
busca de los conflictos.
El Placer de bendecir los obstáculos y los
sucesos nefastos porque son tu reflejo.
El Placer de reconocer que ningún fenómeno es
semejante a otro y que la unidad es la más torva de las ilusiones.
Negándote para siempre a despertar exaltarás el
incesante flujo de
la Verdad.
Lograr el alejamiento absoluto sin extraer al
cuerpo del presente,
ésa es la Verdad.
Plantar nuestros actos como raíces en la vacuidad
terrestre,
ésa es la Verdad.
Despojar la imagen de nuestros seres queridos de
sus características personales, ésa es la Verdad.
Negarse a producir destruyendo en la memoria la
estructura de
cada palabra, ésa es la Verdad.
Cesar de exigir la conciencia a los seres que
desean disolverse en
la noche, ésa es la Verdad.
Buscar en cada obra la esencial imperfección,
ésa es la Verdad.
Como el verdugo ve a los condenados que ejecuta,
como el agua
misteriosa donde nunca se refleje la luna,
como el espejo oval que se exhibe en lugar de un
rostro,
como el último eco de los ecos nacidos de la
ausencia,
como la espuma de mar que anida en los ojos del
ciego,
como los trajes de luz con que se disfraza la
sombra,
como la secreta respiración de los cadáveres en
la morgue,
como la herida sangrante que van dejando los
pájaros en el aire,
como viejos amarrados a sus muebles para que no
se los lleven al cementerio,
así debes ver a los seres: la compasión es el
veneno de la Conciencia.
No hay mejor amigo que un demonio hambriento
ni nada más sublime que una forma sin contenido.
La esencia de cada cosa es la impureza del
espíritu.
Sin disimulación la comunicación es imposible.
Te encerrarás en el castillo blindado de la
avaricia para domar tu generosidad.
Recorrerás los innumerables laberintos de la
indisciplina para domar tu obediencia.
Te sumergirás en los deslumbrantes océanos de la
cólera para domar tu paciencia.
Te entregarás a las banales distracciones para
domar el vicio de la meditación.
Todo reconocimiento te incitará a sembrar el
desorden.
Cerrarás tu boca ante aquellos que sólo quieren
oír.
Haciendo de la muerte tu guía avanzarás dejando
huellas tan profundas como abismos.
Sacrifica los pasos que puedan definirte,
imprime esas huellas en secreto.
Que tu grito se combine con el de las madres que
paren, los pilares
del universo reposan en tu corazón.
Vive tu instante con la pasión de un hijo que
asesina a su padre,
la palabra adquiere realidad cuando la dices en
el fondo del pantano.
Si quieres encontrarte no permitas que sólo los
poetas te contemplen.
Deja de lanzar rugidos de león que pretenden
sacar de tu letargo a los dioses dormidos,
deja de creer que sumergido en un lago de paz
has eliminado los obstáculos del deseo,
deja de creer que el Todopoderoso realiza
milagros a través de tu ilusoria presencia,
deja de creer que tu alma es un cuerno de la
abundancia
donde puedes obtener virtudes para darlas a cada
ser,
cesa de creer que has dejado de añorar los
adornos mundanos, los diplomas, las copas de oro y la encumbrada fama,
así vencerás la tentación de ser santo.
Si dejas de creer que tu corazón es invulnerable
como cofre de hierro que guarda un diamante,
si dejas de creer que la muerte es una
enfermedad y que el renacimiento es su remedio,
si dejas de creer que no vas ni vienes y que
sólo eres una piedra
en el camino,
si dejas de creer que cruzado de piernas e
inmóvil tal un cadáver te has convertido en un ser de luz,
si dejas de creer que porque no has estallado en
llamas nadie te
puede apagar,
si dejas de creer que porque deshaces las
amarras de los otros tú mismo no estás atado,
vencerás la ilusión de la Fe.
Para hablar de la Verdad es preciso que todos
tus actos sean falsos.
Para hablar de lo Santo debes vomitar sangre
sobre los libros sagrados.
Para hablar de la Vida debes escuchar en tu
carne el cantar de los gusanos.
Para hablar de la Poesía debes ponerte de
rodillas y lamer las piedras.
Cuando te identifiquen con un nombre, muéstrales
tu animal.
Dale dentelladas a quien te invita al análisis.
Niégate a entrar en compañía de filósofos
bárbaros en la selva de las proliferaciones conceptuales.
Deja que las palabras huyan de tu vacío como
ejércitos de
aterradas hormigas.
Que tus frases sólo sean puentes bajo los que
pase el incesante río de las sombras.
Abandona los caminos antiguos por donde fueron a
morir tus ancestros, imita al becerro que acaba de nacer.
Abandona el exorcismo que alimenta tus demonios,
la repulsión del deseo lo acrecienta.
Abandona la perseverancia y danza con las
luciérnagas:
sin pensar en obtener, conviértete en una llamarada.
sin pensar en obtener, conviértete en una llamarada.
Abandona la libertad y regresa a tu cuerpo: que
su resplandor te indique los senderos que se abren en el cielo.
Abandona toda representación de ti mismo:
elimina las máscaras con que has cubierto los objetos del mundo.
Abandona el deseo de ayudar a los otros. Dales
la oportunidad de vivir sus propias vidas, no la tuya.
Abandona la tristeza de la impermanencia: la
muerte es una ilusión individual. La vida es un triunfo colectivo.
Ama a aquellos que cuando danzan despiden de su
cuerpo una
nube de polvo.
Toma la espada de la mano del muerto y húndela
en la corona de
los inmortales.
Deja que por tu pecho trepe la fiera y te muerda
una oreja vertiendo
su mensaje.
Créate una corona de luz para defender tus
huesos de los
destructores del sueño.
La luz oculta a la obscuridad y no lo contrario.
Obscura es la naturaleza esencial del mundo.
El destino de las naves es el fondo del océano.
Así debe la Conciencia sumergirse en el sueño.
Bajo el fuego y sobre el fuego reina la sombra.
Debes rechazar a la luna y resignado avanzar
con las cuencas del pensamiento vacías.
¿Quién te obliga a aceptar que el paraíso
secreto
es aquel donde todas las cosas tienen una forma
única?
¿Es tu ideal convertirte en el arrogante padre
del Padre?
¿Es tu deber crear nombres para que al final se
conviertan en dioses?
¿Es tu objeto habitar en el melancólico templo
de los ancianos eternos?
¿Quién transformó el hocico de aquel en una boca
capaz de pronunciar palabras?
De una fuente lejana, como gigantescos halcones,
llegan los pensamientos al cerebro.
De una fuente lejana, como ríos de suntuosa
miel, llegan los sentimientos al corazón.
De una fuente lejana, como lentas llamas
azucaradas, llegan los deseos al sexo.
De una fuente lejana, como una manada de ávidos
cetáceos, llegan las necesidades al cuerpo.
El sabor de la miel calma la voracidad de la
lengua, el amor calma
la voracidad del corazón,
el silencio calma la voracidad de la mente, la
muerte calma la voracidad del sexo.
Crecer hasta las diez mil direcciones calma la
voracidad del cuerpo.
La voracidad de la Conciencia sólo se calma
cuando se devora
a sí misma.
Ninguna criatura, ninguna cosa, puede preciarse
de ser entera:
es siempre una mitad.
es siempre una mitad.
Todo va acompañado de un gemelo misterioso que detenta
el
cetro del instante.
¿Hasta cuando has de negar que dentro de tu
cuerpo vive una mujer imperecedera?
En su nido formado de palabras, duerme la Virgen
de oro.
Cada concepto es un cofre que transporta sus
óvulos dorados.
Es así como el pensamiento, torrente que nunca
se reposa, viaja
hacia la noche oscura
con la secreta esperanza de transportar el
resplandor.
Pero el abismo que es la meta final sin cesar
retrocede.
Guardián ciego de un tesoro impalpable, en tu
vida no has
encendido más que un solo fuego.
Lo cercano lo ves de lejos, no conoces aquello
que está aquí,
cuando se te da siempre crees que te quitan.
A donde quiera que vas arrastras una sombra tan
inmóvil como un ladrón crucificado.
Deja que las piedras hablen, ellas son el centro
maestro, los dientes que demuelen toda carne.
Para quien sabe escucharlas, cantan en la tierra
como un apacible rebaño de rumiantes.
Sin descansar, sin morir, sin enfermarse, sin
envejecer, sin padecer la sed ni el hambre ni el deseo,
giran, llenas de savia, en una tranquila danza
ofreciendo sus lomos al sol, mientras se convierten en águilas.
Sin embargo tú, por mucho que busques, sólo
podrás convertirte
en ti mismo.
Así como el perro que después de huir, atado por
el cuello a una
larga cadena,
se ve obligado a volver, encontrando un justo
refugio en su caseta
de madera,
el cuerpo regresa a su alma. El ser es hijo de
la sombra.
Así como la mosca enloquecida se golpea contra
los vidrios de la ventana cerrada,
el pensamiento después de crear tortuosas
estructuras cae en el callejón sin salida del origen.
El juicio, para encontrar su fundamento, debe
hundirse en lo incorpóreo. El sueño crea a la materia.
Como el salmón que remonta infatigable la
corriente, inicia el
regreso a ti mismo.
Como el buitre que devora cadáveres trozados,
elimina de tu
espejo el enjambre de conceptos.
Como la gaviota que emerge del agua con un pez
en la boca,
descubre tu nuevo ser a cada instante.
Como el can que se sacude expulsando pulgas,
elimina los templos
que han edificado sobre tu esqueleto.
Cuando tomes sin quemarte la llave calentada al
rojo,
cuando dejes de habitar en el esperma y la
palabra,
cuando no hagas diferencia entre el ruido y su
eco,
cuando te sientas infinito en el interior de tu
cráneo,
cuando seas invisible, inalcanzable, sin nombre
ni familia,
sin patria, sin modelo corporal, sin santas
escrituras,
regresarás por fin a la matriz de todo lo que
existe.
Allí encontrarás la fuerza del alma, esa Virgen
de oro
cambiando sin cesar de forma, emanando mil
perfumes,
penetrando con dulzura en cada partícula de tu
carne.
La llaman “Elefanta real que oculta la luz de su
frente
con un velo de ignorancia”. Ten cuidado: no te
pertenece.
Lo que tú eres, ella lo es. Lo que ella es, tú
no lo eres.
Si intentas poseerla, con tu falsa Conciencia la
asesinas.
Desdeñando toda forma, percíbete solamente como
espacio.
Ante los acontecimientos acepta que eres el
tiempo eterno
que indiferente transcurre. Cero ardiente en la
vulva infinita,
celebra que los dioses que inventaste te hayan
abandonado.

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